25 mayo 2008

DEL CORREO DEL BLOG

El señor invitó a su esposa a que lo acompañara en uno de los viajes de negocios que hacía cada mes a Europa. En el avión, cuando cayó la noche, él le propuso a ella que cumplieran la hazaña de hacer el amor en el baño del avión ( o sea, entrar al club de los 33). La señora se resistía, pero al fin él la convenció y juntos fueron al cubículo. Estaban haciendo lo que habían ido a hacer cuando sonaron fuertes golpes en la puerta. Un pasajero se había quejado por el largo tiempo que el baño permanecía cerrado y la sobrecargo fue a ver qué sucedía. El hombre y la mujer se arreglaron la ropa con premura y abrieron la puerta del cuartito. “Perdone, señorita -dice con mucha pena la azarada esposa-. Vinimos aquí porque...”. “No se disculpe, señora -la interrumpe la señorita-. Con usted no hay problema. Pero al señor ya es la cuarta vez que lo pescamos haciendo esto”.