Día del trabajo en la aviación
Por: Rosario Avilés Opinión
Miercoles 2 de Mayo de 2007 Hora de publicación: 00:56
Una de las muchas cosas que están cambiando en la aviación mexicana son las relaciones laborales. Si en el pasado estas relaciones fueron importante cimiento de la fortaleza que llegó a tener nuestro transporte aéreo y nos permitieron como país estar a la altura de las industrias similares en el mundo, el lento desmantelamiento de los andamios de nuestro sector de transportación aérea amenaza también con socavar el papel de excelencia que nuestros técnicos han exhibido durante décadas.
Al contrario que muchos sectores industriales, cuyos sindicatos sirvieron de base al corporativismo priista y contribuyeron a crear y mantener la mala fama del sindicalismo autóctono como traficante de prebendas para los dirigentes, el sector sindical de la aviación mexicana siempre mostró una faceta sana de democracia y alta especialización que, en muchos sentidos, permitió a la aviación mexicana ganar prestigio en el mundo.
Una muestra de ello fue, por ejemplo, el prestigio que ganó el Centro de Adiestramiento de Aviación Civil (CIAAC), proyecto patrocinado por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que fue semillero de técnicos y tripulantes no sólo del país, sino de América Latina entera.
Algo similar ocurrió con el Instituto Politécnico Nacional a través de su Escuela de Ingeniería Aeronáutica y otras carreras de la UNAM, como la de Ingeniería en Aeropuertos, entre otros.
Todos estos esfuerzos dieron como fruto varias generaciones de técnicos mexicanos de primer nivel, quienes, al egresar e incorporarse al trabajo, también contribuyeron a crear una escuela de excelencia en las empresas y en los sindicatos del sector. La tradición de democracia y especialización que nutrió a estos sindicatos logró muchas aportaciones tanto a las empresas privadas como a los organismos públicos.
No olvidemos la tradición de disciplinas como medicina de aviación; o ejemplos de ingenio y vocación innovadora y emprendedora, tanto de nuestros pioneros de la aviación como de los técnicos que han obtenido premios incluso de las armadoras de aviones extranjeras.
Todo ello, sin embargo, parece hoy destinado al olvido. Una de las aportaciones al desmantelamiento de esta parte sana de nuestra industria es la promoción de un sindicalismo anodino y falto de miras por parte de las propias autoridades, ya sea del trabajo, de comunicaciones y transportes o de economía.
Las recientes administraciones, incapaces de comprender la validez de la propuesta sindical que se les presentaba, han contribuido —unas más, otras menos— a depreciar nuestra mano de obra y a despreciar las aportaciones que sindicatos de alto nivel hacen a la aviación mexicana.
Alentar el sindicalismo tipo el STIAS —del inefable Ramón Gámez— para cobijar con ello a las aerolíneas de bajo costo, las cuales pretenden utilizarse como sustitutos de nuestras aerolíneas tradicionales, ha sido una forma de torpedear la experiencia que sindicatos gremiales, del tipo ASPA y ASSA, u otras propuestas igualmente valiosas, pueden aportar a la industria.
Pareciera que lo menos que se busca es incluir en el diseño de aviación moderna el bagaje que estas agrupaciones tienen. Otra modalidad ha consistido en prohijar nuevos corporativismos, del tipo la Confederación de Agrupaciones Sindicales de México (Conasim), organismo nacido causalmente en octubre del año 2000 en Monterrey y que, sin rubor alguno, se autodefine como sindicato blanco.
A este sindicalismo “moderno” se ha adscrito el contrato colectivo de la empresa Bombardier, empresa que en su país de origen (Canadá) no podría promover las prácticas que aquí se hacen cotidianamente, como el permitir que una universidad privada cobre por un curso de capacitación para ingresar a la empresa, manipular el sistema de pago de horas extra y exigir la renuncia de los inconformes, entre otras.
Si éste es el nuevo sindicalismo que se quiere promover desde la administración del presidente Calderón, estaremos regresando a épocas premodernas que, se supone, estaban superadas. Con esto el presidente del empleo está propiciando un clima laboral que sólo contribuye a crispar más las redes de solidaridad social, tan polarizadas en nuestros tiempos.
Lo oí en 123.45: Delta Air Lines anunció que ha finalizado su etapa en el Capítulo XI de la Ley de Quiebras de los Estados Unidos. En el camino, ha aprovechado su reestructura para consolidar sus operaciones desde y hacia América Latina. Esto es aprovechar las debilidades y convertirlas en fortalezas… ¿alguien se quiere apuntar?
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