Aerolíneas y sindicatos
Por: Rosario Avilés
Miercoles 7 de Febrero de 2007 Hora de publicación: 01:17
Parte de la llamada “modernidad” que nadie entiende pero que gozan las minorías es la ausencia de contratación colectiva. Ya Vivianne Forrester había advertido de ello en su célebre ensayo El horror económico, en el cual no sólo relata lo que ocurre ahora con ese factor crítico de la producción que es el trabajo humano, sino que también proyecta las consecuencias a futuro de la indiferencia o la ignorancia respecto al cuidado de lo humano en la nueva economía global.
Lo “políticamente correcto” hoy en día es burlarse de las necesidades de los trabajadores, adoptar el aire de suficiencia de quien sí es “moderno” y declarar que quienes abogan por el sindicalismo y el respeto a los derechos laborales son, en el mejor de los casos, románticos y, en el peor, dinosaurios que pugnan por restablecer privilegios antieconómicos.
Lo cierto es que el mundo ya tuvo la desgracia de vivir una profunda crisis económica derivada de la teoría liberalista a ultranza, el famoso crack del 29, que tuvo efectos sobre todo en economías muy liberalizadas.
La ruta que está siguiendo hoy la economía globalizada, que no está atendiendo las necesidades sociales especialmente de los países no desarrollados, es aún peor.
La crisis del 29 será un juego de niños contra lo que puede sobrevenir si seguimos en la misma ruta de colisión: abundante producción cada día más barata basada en sueldos de miseria, sin garantías laborales, para un grupo de consumidores en descenso, pues estarán o desempleados o míseramente pagados merced a las mismas políticas que les dan origen.
¿Para qué queremos, por ejemplo, aerolíneas de bajo costo que basan sus bajas tarifas en bajos salarios y ausencia de prestaciones si los empleados mexicanos cada día tienen salarios más míseros que no les alcanzan para viajar ni siquiera a esas bajas —y pasajeras— tarifas?
Es una serpiente que se muerde la cola. Los gobiernos, y el gobierno mexicano en lo particular, parecen no existir. Voces aquí y allá advierten de la ausencia de políticas públicas de largo plazo que proyecten bienestar para las mayorías.
En el sector aéreo, se ha dicho en todos los tonos, son las aerolíneas extranjeras las que están aprovechándose de nuestro mercado internacional. En el doméstico, hasta el secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo, ha advertido que todas las aerolíneas se están peleando por las mismas rutas, las únicas rentables, lo cual sólo debilitará lo poco rescatable que se tiene.
La peor parte es que las dirigencias sindicales y los gremios se encuentran perdidos en el laberinto de las contradicciones. La única manera de hacerle frente a esas políticas —o ausencia de ellas— es utilizando la fuerza del conocimiento y de la organización.
Mientras, ni los empresarios de nuevo cuño ni las autoridades novatas han entendido la diferencia entre los gremios organizados de la aviación, cuya especialización y trayectoria los sitúan en un sindicalismo de corte más democrático y se han dedicado a debilitar lo que podría ser una ventaja adicional para las aerolíneas mexicanas, que es la posibilidad de establecer alianzas con ventajas para ambas.
Por el contrario, hoy parece privar la consigna de acabar con las dirigencias sindicales, alabando la mediocridad y rechazando a los críticos, como si fueran el demonio premoderno. Al hacerlo, sin embargo, las aerolíneas se están perdiendo de lo mejor de sí mismas.
Para ser congruentes incluso con sus postulados de la economía del conocimiento, tendrían que adoptar políticas de compartir experiencias y dividendos, pero, como siempre sucede en México, adoptamos lo que hace crecer las utilidades más no la forma de compartir los beneficios.
Hoy la línea en peligro inminente es Azteca. Sus trabajadores están desunidos y apaleados por todas partes. Para darles trabajo en otras líneas se les exige no pelear sus derechos de liquidación en la aerolínea que se hunde: extraña solidaridad patronal como seguro contra los derechos laborales.
Mientras las aerolíneas se hacen pedazos en la lucha por el mercado interno, el mercado internacional es cada vez más territorio de las aerolíneas extranjeras. Éstas, en sus países de origen, se defienden bien y predican afuera lo que no cumplen adentro. Ésta es la realidad de la competencia que nuestros funcionarios y empresarios no han logrado comprender. Ojalá que cuando lo hagan no sea demasiado tarde.
Lo oí en 123.45: Siguen los problemas entre el área comercial y operaciones de Mexicana. Cada vez se nota más, sobre todo en los retrasos de los vuelos, que las cosas no caminan como deberían. Para saber cómo debería operar, tal vez valdría la pena que la aerolínea le hiciera un modesto homenaje a Don Manuel Sosa de la Vega estudiando cómo dirigió la empresa en sus momentos cumbre.
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