Medicina
de aviación, una bomba de tiempo
Estimados
lectores, acompáñenme en este viaje por una pequeña área, burocrática pero
vital en el mundo de la aviación, llamada coloquialmente “Medicina de Aviación”,
y debemos empezar por definirla. Su página de internet señala, y cito textual:
“La Dirección General de Protección y Medicina Preventiva en el Transporte
(DGPMPT) es una unidad adscrita a la Subsecretaría de Transporte de la
Secretaria de Comunicaciones y Transportes con atribuciones para formular y
proponer políticas, normas y programas en materia de protección y medicina
preventiva en el transporte para coadyuvar a la disminución de accidentes en
las Vías Generales de Comunicación (VGC).”
Para
los tripulantes (pilotos y sobrecargos) es la oficina burocrática a la que hay
que presentarse cada año con la finalidad de hacer un examen médico, necesario para
revalidar la licencia respectiva. Estos dos documentos (examen y licencia) son esenciales
para los tripulantes aeronáuticos, sin los cuales es imposible volar.
La
pasada administración del Gobierno Federal buscó la descentralización del
trámite, optando por la figura de “Terceros autorizados”, es decir, clínicas
autorizadas por la SCT para llevar a cabo los exámenes médicos, ya que desde la
llegada de Vicente Fox al poder en el año 2000, y luego bajo el calderonato, el
servicio prestado por la DGPMPT se saturó de manera evidente, llegando
incluso a un retraso de dos a tres meses, solo para poder realizar el examen,
lo que hacía que se desfasara con la vigencia de la licencia, que normalmente
es la misma en ambos documentos, o con un día de diferencia, por ser trámites
concomitantes. En tales circunstancias no solamente se corría el riesgo de que
las fechas quedaran desfasadas, sino de que tuvieran vigencias disímbolas, lo
que traería aparejado serios problemas.
Para
un mejor entendimiento y comprensión, les diré estimados lectores, que las
operaciones aeronáuticas son planeadas con un mínimo 6 meses de anticipación,
aunque la mayoría de las grandes empresas hacen su planeación operativa un año
antes. Esto significa que la actividad laboral de un tripulante, ya sea
sobrecargo o piloto, está planeada con casi un año de antelación. Así pues,
para un tripulante resulta más que complicado pedirle a su empresa “el bloqueo”
del día que la oficina competente le otorgue la cita para la realización del
examen médico, por lo que las más de las veces opta por pedir sus vacaciones
justo cuando toca el vencimiento de los documentos, y evitar así el viacrucis
que representa pedir un día a la empresa.
En
aras de hacer transparente la administración burocrática de Medicina de
Aviación, el actual gobierno optó por dar por terminado el servicio con los
“Terceros autorizados”. En el mes de junio de 2019 anunció que después de
llevar a cabo varias auditorías se determinó que "los médicos
dictaminadores no realizaban adecuadamente las evaluaciones médicas y que,
además, operaban de manera corrupta". Por ese motivo sólo quedaron en
funcionamiento dos oficinas en la CDMX, una ubicada en calzada de las Bombas y
otras en la zona de Hangares del AICM Benito Juárez, escalando los retrasos y
desfases a niveles nunca antes vistos, como consecuencia de la saturación de
citas para el examen.
Con la
pandemia de Covid19, esto se ha convertido en una verdadera bomba de tiempo. Y
es que de manera sumamente inteligente, para reducir los riesgos de contagio, se
optó por dejar de realizar los exámenes médicos, y estableciendo un esquema para
reagendar citas, que evidentemente no se da abasto, ya que sólo son dos
clínicas quienes otorgan el servicio para la totalidad de tripulantes del país.
El
problema es serio. Estamos ante una maquinaria cuyos engranes no se pueden
detener de la noche a la mañana. Nadie puede negar la vergonzosa historia de
corrupción en “Medicina de Aviación”, la centralizada y la subrogada. No se
pueden ocultar casos ominosos, como la “recuperación” de una licencia que había
sido cancelada de por vida por lesión en la columna vertebral, y luego mágicamente
el tripulante incapacitado incluso para caminar, además de regresar a volar, ahora
publica en redes sociales que corre maratones; eso sí, sin devolver lo cobrado
por seguro de invalidez.
Medicina
de Aviación ha anunciado una prórroga en el caso de los exámenes médicos y las
licencias de vuelo, no obstante, no ha sido posible dar atención a los miles de
usuarios que necesitan de este trámite para poder continuar laborando. Las
citas médicas son escasas, el sistema no permite cambiar o cancelar una cita ya
hecha y tampoco es posible reagendar dicha cita en tiempo porque puede pasar
hasta un mes para poder conseguir el siguiente espacio disponible.
No se
trata de un mero trámite burocrático; no es tan simple como llenar una hoja con
diferentes sellos, como nos tiene acostumbrados la tramitología mexicana. El
examen médico hecho por la Dirección General de Protección y Medicina
Preventiva en el Transporte, así como la Licencia que otorga la Agencia Federal
de Aviación Civil representan el aval por parte del Estado Mexicano de
que los tripulantes están sanos física y mentalmente, que son aptos para
responder en casos de emergencia, tanto en tierra como en el aire, y que pueden
llevar sobre sus hombros la enorme responsabilidad de transportar vidas de un
lugar a otro, muchas veces por lapsos más largos que una jornada laboral
promedio.
La
actual administración, junto con las tripulaciones, deben tomar cartas en el
asunto y ponderar una solución conjunta y viable. Sin duda es necesario parar
la corrupción, y tal vez el servicio de “Terceros autorizados” sea una opción
para evitar la centralización y que se desborden las oficinas. Pero también hay
que decirlo fuerte y claro: ningún sistema será infalible, si en el imaginario
de sus usuarios pondera la idea de cómo corromperlo, en beneficio propio. La
moneda está en el aire, y la avalancha de tripulantes con documentos vencidos,
se ve venir de manera inminente.
Esta columna fue originalmente publicada el 22 de junio de 2020 ¿a qué conclusión podemos llegar el día de hoy? con una degradación a Categoría 2 y la corrupción que no ha podido ser erradicada.