No
podemos comparar peras con manzanas
A
raíz de las diversas notas publicadas en diferentes medios, en las que sus autores
pretenden equiparar el caso de Interjet con el de Mexicana de Aviación, quiero
decir fuerte y claro: están comparando peras con manzanas.
En
algunos de ellos es muy clara, léase “cínica”, la intención golpista de echarle
toda la culpa al gobierno actual de Andrés Manuel, lavándole la cara al
gobierno de Felipe Calderón. Por ello mi intención de dejar muy clara la
historia reciente, de manera resumida y concreta. No podemos tolerar las
mentiras, sobre todo cuando hay detrás una intención de “golpeteo” político,
oportunista y falaz.
El
caso de Mexicana de Aviación, debe decirse, fue un pago de favores de Vicente
Fox a Gastón Azcárraga, cocinado y aderezado desde que se utilizó el Hotel
Fiesta Americana Reforma por parte del ahora ex presidente, como casa de
transición, en el no tan lejano año 2000.
En
2005, Vicente Fox hace el regalo, que consistió en no meter las manos cuando
Gastón Azcarraga compra en “165 millones de dólares” el 100% de las acciones de
Mexicana de Aviación. El miembro de Grupo Posadas, gracias a todo el entramado
financiero y fiscal que se tejió exprofeso con ayuda del gobierno federal, terminó
pagando solamente 10 millones de dólares, ¡una verdadera ganga!.
Cuando
apenas un año antes (2004) en el Foro celebrado en la Cámara de Diputados que
encabezó Jesús González Schmal, se había tocado el tema de la desvinculación de
Cintra, controladora que tenía bajo su cargo tanto a Aeroméxico como Mexicana.
Que quede claro, el dueño de ambas aerolíneas era el gobierno del país. En ese mismo
foro se sostuvo que cada empresa costaba cerca de 900 millones de dólares, en
caso de que se vendieran por separado.
Esa
es la razón por la que sostengo que la venta de Mexicana de Aviación fue “un
regalo” de Fox a Azcárraga, quien además aprovechó para triangular las
ganancias y pérdidas, no precisamente de manera honesta. Por un lado, llevó
todas las ganancias a sus hoteles, que “florecieron” de forma espectacular,
saliendo incluso al mercado nuevas categorías de hoteles, como los Live Aqua y
los hoteles ONE. Por otro lado, cargando las pérdidas de su grupo hotelero a la
aerolínea “madre”, pretendiendo engañar al público (usuario o no), que la
pesada carga laboral tenía a la compañía al borde de la quiebra.
Muchas
veces, sino es que siempre, los medios tradicionales le dieron voz y eco a sus
declaraciones, donde se lamentaba de los altos costos de sus empleados, que
estaban sangrado al pobre empresario. Gente del medio periodístico tradicional
como Maricarmen Cortés, José Yuste, David Páramo, Rogelio Varela y demás,
replicaron en canon, cual coro gregoriano, lo dicho por Gastón Azcárraga: que
la empresa era inviable por los altos costos laborales.
Lo
anterior quedó desmentido con la sentencia que dictó la Suprema Corte de
Justicia de la Nación el 1° de febrero de 2015, cuando dijo: “no basta que
una empresa se encuentre en una situación crítica para considerar como acción
determinante, con miras a lograr su capitalización, la merma en los derechos
laborales de sus trabajadores.”
Y
es que del costo total operativo de la aerolínea, la nómina de los sobrecargos
tan sólo representa el 3%. Esto es, los costos laborales de toda la plantilla
de trabajadores no llegan ni por asomo al 20% del total del costo operativo de
la empresa. Por ello las declaraciones que dio en esos ayeres Gastón Azcárraga
culpando a los trabajadores por su alto costo, no fue más que un pretexto, para
llevar a cabo su plan, que comenzó cuando Fox le regaló a Mexicana.
No
debemos soslayar que en esos años los hijos de Martha Sahagún habían
incursionado en el negocio aeronáutico, y que fue precisamente Vicente Fox
quien abrió las puertas del mercado a las “líneas de bajo costo”. En columnas
pasadas me referí a que lo que tenemos en el país es un modelo híbrido entre
bajo costo y empresa tradicional.
A
diez años de distancia de la “bajada de vuelo” de Mexicana de Aviación, queda
muy claro que Gastón Azcárraga usó el tema de los trabajadores para poder
quebrar a Mexicana, culpándolos de la desgracia; todo con el cobijo y
beneplácito de Felipe Calderón, cuyos cuñados en aquel tiempo tenían acciones en
Aeroméxico, que acababa de ser vendida en 2007.
No
hay espacio para la duda; los hechos hablan por sí mismos. Se trató de un caso
de corrupción en las altas esferas, que protegió a un empresario rapaz; y eso,
estimados lectores, no lo debemos olvidar. El gobierno de Felipe Calderón
Hinojosa permitió la quiebra fraudulenta de Mexicana, cuando tuvo la solución
en sus manos con la figura de la “requisa”, que ya había sido utilizada años
atrás con Aeroméxico, cuando pasó de ser “Aeronaves de México” a “Aerovías”, en
1988, en los últimos meses del gobierno de Miguel de la Madrid.
Sin
embargo, el argumento que en todo momento interpuso el gobierno de Calderón fue
que no podía “rescatar” una empresa privada. ¿Habrá olvidado que esa misma empresa,
ya había sido “rescatada” bajo la figura del Fobaproa? Aunque ahora se llame IPAB,
es una deuda que al día de hoy todos los mexicanos seguimos pagando.
Todos
estos antecedentes hacen que me parezca obsceno, por decirlo suavemente, que
hoy se quiera comparar el caso de Mexicana con Interjet. Revisemos rápidamente
las diferencias más grandes y evidentes. “ABC Aerolíneas, S.A. de C.V” (Interjet)
nació en 2005, gracias al gobierno de Vicente Fox. Toda la vida ha sido una
empresa privada y no se está pagando ningún rescate por ella. El empresario propietario no le ha echado la
culpa a los “altos costos laborales”, ni ha triangulado las ganancias y las
pérdidas a otras empresas.
Su
historia es un conjunto de malas decisiones, y dicen los que saben, una pésima
administración, derivada básicamente de “la novatez” en una industria que
requiere de la gente más preparada. La aviación es una actividad económica que
no permite el lujo de experimentar, sin que haya consecuencias.
Desafortunadamente, los que están pagando los platos rotos, es decir las consecuencias
de esas malas decisiones, son los trabajadores, quienes están viviendo en un
infierno, gracias a la incertidumbre de su administración.
Y
aquí es donde yo los invito a observar con lupa lo que está sucediendo. Para mí
es evidente que los dueños de Interjet están haciendo una pinza perversa: por
un lado chantajean suspendiendo vuelos y generando enconos con los usuarios, y
por el otro, dejando a sus propios trabajadores “al garete”, sin cubrir la
obligación principal: sus salarios. Todo mientras culpan al gobierno actual de
su desgracia porque “no los rescatan”. Revisen las columnas de opinión que han
salido tocando el tema, y verán que los “cantos gregorianos”, otra vez, suenan
coordinadamente.
Desde
adolescente supe que soy desafinada. No me sorprende que en este tema desentone
con lo que la mayoría dice estar viendo. Pero insisto, no podemos comparar
peras con manzanas. Considero que he puesto en la mesa los elementos que me
permiten desmentir, o por lo menos contradecir a los avispados analistas
financieros y otros articulistas que creen que el caso de Mexicana y el de
Interjet pueden medirse con la misma vara.
Todo
debate es bienvenido. Y para responder a la pegunta ¿cómo salimos de este
berenjenal?, mi respuesta toma como punto de partida el hecho indiscutible que las
aerolíneas son una concesión que otorga el Estado para la explotación de parte
de un particular; por ello, el Gobierno actual, tiene toda la venia y potestad
de requisar la empresa, sanearla y posteriormente ponerla a la venta, para que
la reestructura de la misma no nos cueste a todos los mexicanos.
Mi
pregunta es seria; yo no sé quién asesora a Andrés Manuel, pero estoy cierta
que quien lo hace es su peor enemigo. Está en un excelente momento para parar
el chantaje empresarial y darle salida al conflicto de Interjet. Sin duda habrá
que meter las manos y aguantar todas las voces que lo acusen de “venezualizar”
la aviación. Pero bien valdrá la pena, por la tranquilidad económica y emocional
de quienes hoy están pagando los platos rotos: los trabajadores. Va por ellos.
Ximena Garmendia
Esta columna fue escrita el 11 de noviembre del 2020, antes del paro definitivo de operaciones de la empresa Interjet, y desde mucho antes avizoré la posibilidad de tener una aerolínea bandera del país (en columnas anteriores hemos dicho que Aeroméxico no lo es al tener mayoritariamente capital extranjero), lo reitero, Andrés Manuel tiene hoy la posibilidad de sacar adelante no una, sino dos concesiones, no es necesaria una tercera con un empresario inversionista cuya empresa propia está actualmente en Concurso Mercantil.