19 marzo 2023

Sindicalismo moderno

Sindicalismo moderno

Hace unos días en redes sociales estaba discutiendo con otro usuario sobre el sindicalismo. Visto de manera ramplona y sin un mayor análisis, en México pareciera que todos los sindicatos son charros y que son un cáncer para nuestra sociedad.


Pero ¿qué tan cierta es esa premisa? Sin verdadero análisis de por medio, por supuesto que llegaremos a la conclusión de que los sindicatos son un tumor maligno que impide el crecimiento de las empresas, pero ¿es esto cierto? ¡Por supuesto que no!, ese es el discurso que la gran mayoría de los empresarios, principales antagonistas de los sindicatos, buscan que permee entre la clase trabajadora.

Les platico: cuando entré a la carrera de Historia en la UNAM, una de las primeras materias que me tocó estudiar fue la de “Materialismo histórico”. A grandes rasgos, es un marco conceptual marxista para concebir la historia; sí, son teorías realizadas por Engels y Marx, en las que se ven, a través de las revoluciones políticas y sociales, los cambios en los medios de producción, los dueños y la fuerza laboral, para vislumbrar claramente la existencia de una lucha de clases.



Algo de lo que sus académicos de la UNAM suelen ufanarse, es de que sus estudiantes adquieren “conciencia de clase”. Más allá de que el término es marxista, significa tener conciencia de la explotación que la burguesía ejerce contra el proletariado. Estoy apretando mucho los conceptos, pero quiero llegar al origen del sindicalismo.

Sé que a muchos, todo lo anterior, les ha de sonar y oler a “comunismo”, ese gran villano creado con la intención de que su contraparte sea el héroe de la película: el capitalismo rampante, y los dueños de los medios de producción.

Lo que más odian los grandes empresarios y oligarcas es ver a un grupo de trabajadores exigiendo sus derechos. En la actualidad vivimos una especie de neo-feudalismo, en donde el gran terrateniente tiene a siervos trabajando para él de sol a sol y dando las gracias por el wifi gratis.

Analicen a profundidad sus condiciones laborales, y verán el grave retroceso que hemos vivido; vayamos a la industria aeronáutica, donde antes se podía “hacer carrera” y vivir dignamente, pues era sabido que se pagaba bien. Hoy ya no es así; cada vez las condiciones de los trabajadores de todas las áreas son más que deplorables.

Esa es la razón por la que se requieren sindicatos fuertes, democráticos y transparentes, que en todo momento ejerzan una férrea defensa de los derechos de sus agremiados.

Uno de los países que tiene el mayor Estado de Bienestar, es Islandia y no es de sorprender que el 92% de sus trabajadores estén agremiados. Sus sindicatos garantizan, según la página de su gobierno:

  • ·         Los salarios deben estar de acuerdo con los convenios colectivos de salarios.
  • ·    La jornada laboral no podrá ser superior a la permitida por la ley y los convenios colectivos.
  • ·       Las diferentes formas de vacaciones pagadas también deben estar de acuerdo con la ley y los convenios colectivos.
  • ·        Los salarios deben pagarse durante la licencia por enfermedad o lesión y un empleado debe recibir un comprobante de pago cuando se pagan los salarios.
  • ·      Los empleadores están obligados a pagar impuestos sobre todos los salarios y deben pagar los porcentajes correspondientes a los fondos de pensiones y sindicatos de trabajadores correspondientes.
  • ·   Los beneficios de desempleo y otros apoyos financieros están disponibles y los trabajadores pueden solicitar compensación y pensión de rehabilitación después de una enfermedad o accidente.

¿Cuál es el secreto que esconden? No es tan difícil adivinar, los sindicatos nórdicos siguen siendo fieles a su esencia, es decir son agrupaciones de trabajadores que ven la organización como lo que es: una asociación de personas en el que todos tienen el mismo peso e importancia. Y una de las mayores claves de su éxito es que los representantes se dedican a verificar que las condiciones laborales de sus representados sean acatados por las empresas con las que se tiene contratación.

Son un ejemplo vivo y mucho más dinámico, que contrasta con nuestro anquilosado sindicalismo mexicano, que ha convertido la defensa de los trabajadores en un proyecto político personal, en el que más gente agremiada, es sinónimo de más carne de cañón que servirá para la negociación de prerrogativas personales del líder.

Es por ello que nos urge tener claro cuál es el sindicalismo que se debe buscar, o al que debemos aspirar como trabajadores, como sindicalizados, como ciudadano, como país. Necesitamos un sindicalismo en el que los agremiados sean tomados en cuenta para todas y cada una de las decisiones; debemos entender que el Comité Ejecutivo tiene únicamente la función de “ejecutar” lo que le dictamine el máximo órgano de un sindicato: la Asamblea.

Y en el caso de mi sindicato, ASSA de México, es evidente que después de tantos años de manejarse como una extensión de Aeroméxico, ahora vive una terrible confusión de lo que debe ser un sindicato moderno. Las elecciones pasadas no pueden, ni deben tomarse como un “quítate tú para que me quede yo”. De nada sirve la alternancia si no se va a buscar la transformación de raíz.

En los personal, tengo grandes hitos que se vuelven quejas o inconformidades con la autodenominada Cuarta Transformación.  Una de ellas es la simulación en la impartición de justicia por parte de las autoridades jurisdiccionales del país; otra es  la “defensa” que de dientes para afuera hace la Secretaria Luisa María Alcalde de los derechos laborales.

Y es que estamos a 45 días de que concluya el tiempo para la legitimación de contratos; y podemos decir por todo lo alto que con solo el 10% de los contratos legitimados, estamos ante un fracaso estrepitoso de la aplicación de la reforma laboral de 2019. Pero que en los hechos -y esto debería alarmarnos- no habrá ninguna consecuencia. Es el mejor ejemplo de que “todo cambia, para no cambiar”.

¿Ese es el sindicalismo que nos merecemos? ¿Estamos acaso condenados a la mediocridad? Yo creo que no. Y pongo de ejemplo, a pesar de todos los defectos que pueda tener y las claras diferencias que tengo con ellos, al sindicato de Pilotos (ASPA). Ellos han encontrado y defendido la democracia sindical, la transparencia y la rendición de cuentas; si alguno de ustedes tiene un amigo piloto, pídanle que les muestren la página oficial del sindicato, y verán que “todo” lo pueden consultar: estados de cuenta en su Caja de Ahorro y Préstamos, circulares y boletines; ellos saben exactamente a dónde y como se aplican sus cuotas sindicales, con solo un click, desde su computadora o teléfono inteligente.

Los trabajadores “venden” su fuerza laboral, y no es cosa menor; sin ella, los dueños de los medios de producción (los empresarios) no podrían generar las grandes ganancias, que se transforman en fortunas, a costillas de todos ustedes. En el momento que se den cuenta y se convenzan de lo que valen, en realidad podremos llegar a la revolución del proletariado. La información es poder, y un trabajador que la busca, difícilmente podrá ser “apantallado” con el coco del comunismo, ni caerá en la trampa de que un Mesías llegará a redimirlo.

 

Ximena Garmendia
19 de marzo de 2023