Cuando te crees tus propias mentiras
“La mentira más común es
aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un
defecto relativamente vano”. Es una frase de Friedrich Nietzsche, el
filósofo alemán, y es la primera que me viene a la mente cuando veo cómo
asuntos similares son abordados de maneras tan disímbolas y contrastantes. Las
acciones dicen más que todos los discursos que se puedan pronunciar; los hechos
son los que pasan a la historia, y es precisamente nuestro proceder el que
dejará -o no- huella en la memoria colectiva.
Fotografía cortesía del Capitán de Mexicana de Aviación Arturo Zúñiga |
El viernes pasado, la
Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA) abrió las puertas de su sede
para celebrar un convivio navideño específicamente organizado por la Delegación
de Mexicana de Aviación. El convite fue extensivo para sus colegas de Aeromar. Todos son agremiados a ASPA, independientemente de la
situación jurídica de sus empresas, y como tales, aprovecharon la proximidad de
las fechas decembrinas para refrendar valores como amistad, solidaridad,
compañerismo… y no pudo faltar el grito lleno de orgullo que a más de uno nos
enchina la piel: “La primera siempre será la primera”.
Cualquier persona que tenga
los más básicos conocimientos de sindicalismo es consciente de la importancia y
trascendencia que tiene el contacto humano y el intercambio de información
entre los trabajadores. Romper, evitar y coartar ese tipo de comunicación entre
ellos es el sueño dorado (léase “orgasmo”) de cualquier empleador. Y no lo digo
solamente yo; es un resultado medido y comprobado en fechas muy recientes en la
dupla obligada: pandemia/home office.
Históricamente, el origen del
sindicalismo se da justamente cuando en plena revolución industrial los obreros
comenzaron a comunicarse y a organizarse, poniéndose de acuerdo en las acciones
a tomar, con base en sus intereses comunes.
Por eso no me extraña que un
sindicato como ASPA traiga dentro de su ADN esa lógica, y si sus agremiados
piden su apoyo, en este caso para cobijar su festejo, el sindicato les otorgue
todas las facilidades posibles, y fomente ese instinto gregario y de pertenencia
entre la Delegación de Mexicana de Aviación. ¡Bien por los pilotos!
¿Qué puedo decir de los
sobrecargos y su asociación sindical? (minúsculas premeditadas).
Como si se tratara de una
realidad alterna -o “multiverso” como dicen ahora-, al mismo tiempo, y en el
mismo espacio, la organización sindical de sobrecargos (ASSA de México) actúa
de manera diametralmente opuesta. Todos los días recibo mensajes de sobrecargos
quejándose de la actual administración; algunos solamente incrédulos (no creen
que esto esté pasando), y muchos que reflejan molestia, en todos los grados
posibles (desde malestar hasta la ira).
Y para ejemplo, este botón
comparativo. Mientras en ASPA siguen pensando y actuando en pro de los derechos
laborales de sus agremiados de Mexicana y Aeromar, en ASSA somos
considerados como un lastre, un obstáculo y como algo que, lejos ser
considerado como una parte viva del sindicato, es algo que hay que borrar y
desaparecer.
Muestras hay muchas de que para Ada Salazar cualquier cosa que “huela” a Mexicana le provoca serios dolores de cabeza. Y ante tal desprecio no puedo más que indignarme. Yo no tengo la culpa de que ignore (desconozca) que la silla que ocupa y el cargo que ostenta no “surgió por generación espontánea” cuando ella ganó las elecciones.
Los sobrecargos de Mexicana no somos los responsables de que su memoria
selectiva pretenda olvidar que ASSA vio la luz gracias a los sobrecargos de dos
empresas: Aeroméxico y Mexicana de Aviación.
Además de carecer de toda
lógica, me parece rastrero que la dirigencia sindical hoy vea en nosotros el
pretexto perfecto para justificar su falta de arrestos y de talento. Es cansino
y desesperante escuchar que los sobrecargos de Mexicana somos los culpables de
todos los males que hoy aquejan a ASSA.
Es ridículo que el sindicato
voltee a ver a los sobrecargos de Mexicana solamente para “invitarlos” a pagar
créditos personales de los que no existe sustento ni documentación, y que
además fenecieron hace mucho tiempo. Me ofende que para los sobrecargos de
Mexicana, ASSA se haya reducido a ser una oficina de cobranza de cartera
vencida, como las que usan Elektra o Coppel.
Ya habrá ocasión de desglosar
las inconsistencias de estos cobros; ya llegará el momento de enumerar los
actos de desprecio de Ada Salazar para con los Sobrecargos de Mexicana, a los
sobrecargos de Aeromar, y de los compañeros de Aeroméxico que hayan militado en
Mexicana, sin pasar por alto a los corridos de Aeroméxico, que siguen sin poder regresar a pesar de quien supuestamente lo impedía ya no está en la representación sindical.
Por ahora solo quiero dejar
este ejemplo sobre la mesa, porque denota que la actual secretaria general
(otra vez minúsculas premeditadas) se está creyendo su propia mentira: el
sindicato y ella son la misma entidad, y que eso la vuelve infalible y políticamente
indestructible, que el derecho la asiste por el simple hecho de despachar en el
quinto piso, y que el aletargamiento y desidia de los agremiados es eterno.
Quien la quiera y aprecie, tiene que decirle que eso es una falacia.