Geo y Mexicana: un concurso, dos caminos
Por Julio Serrano
Milenio
6 de mayo de 2015
Tanto Corporación Geo como Mexicana de Aviación entraron a concurso mercantil tras sufrir fuertes crisis financieras. A partir de entonces, los caminos que han seguido estas dos empresas han sido muy distintos.
El proceso de Mexicana es una lección de qué no hacer. El nivel de ineptitud de distintos actores __incluidos autoridades, sindicatos, accionistas, políticos y jueces__ es de llamar la atención. El valor que destruyó es enorme.
La que en su momento fue la aerolínea más grande del país, hoy, a cerca de cinco años de haber entrado en concurso mercantil, no vale prácticamente nada. El valor que pudieron generar activos como la marca, las rutas y los slots de los aeropuertos se esfumó por no actuar con prontitud.
Mexicana dejó de volar al poco tiempo de declararse en suspensión de pagos. La implicación evidente de esa decisión fue que era más costeable liquidar la empresa que mantenerla viva. Yo coincido. Los problemas de la aerolínea eran demasiado profundos para mantenerla en operación. Por algo ningún tirador serio hizo un esfuerzo por comprarla. Pero para maximizar el valor de una liquidación hay que ejecutarla lo antes posible. De lo contrario, los activos pierden rápidamente su valor, tal como sucedió.
Procastinar le costó caro a Mexicana. La aerolínea se enredó en una maraña política y legal de la cual no ha podido salir en casi cinco años, y que ha perjudicado a trabajadores, pasajeros y acreedores, entre otros.
El contraste con el concurso mercantil de Geo es notable. Sí, hay similitudes. Geo recurrió al concurso en medio de serios problemas financieros, parte de los cuales se desprendieron de un cambio de la política del gobierno respecto a la vivienda popular. Pero a diferencia de Mexicana, Geo vale más viva que muerta. De ahí que los esfuerzos de reestructurar la empresa estén dando frutos.
Todo indica que en los próximos días los accionistas de Geo aceptarán un plan para que nuevos inversionistas aporten capital, los acreedores capitalizan gran parte de la deuda y ellos aceptan diluirse. Las negociaciones no han sido fáciles y no hay seguridad de que concluyan con éxito. Pero de lograrse, Geo será un ejemplo de cómo debe funcionar un concurso mercantil. Pese a que la viviendera resurgiría como una empresa mucho más chica de la que fue, se conservarían cientos de empleos y una compañía capaz de seguir añadiendo miles de casas populares al año.
Un concurso mercantil genera, por definición mucho dolor. Como demuestran Geo y Mexicana, la magnitud del dolor puede variar de manera considerable.